Les propongo un juego. Es un tanto macabro, lo admito, pero creo que les puede resultar muy esclarecedor. Eso sí, nadie puede prometer que las conclusiones o consecuencias que se extraigan vayan a resultar satisfactorias. Vamos, que no es lo mismo que jugar a los médicos, o a indios y vaqueros…
En general todos tendemos a autoconvencernos de que hacemos las cosas bien. En general, pero me estoy refiriendo ahora al tema de nuestros impuestos, nuestra contabilidad, nuestras declaraciones. Sí, todos preferimos repetirnos que todo está en orden, que si ocultamos alguna cosilla son pecados veniales que tampoco tienen trascendencia, que en definitiva todo el mundo lo hace (y como hemos visto en los últimos tiempos, nuestros líderes a la cabeza), etc.
Bueno. El juego consiste precisamente en eso: vamos a simular que llaman a su puerta y aparece ahora mismo, sin avisar, un inspector de Hacienda. Desengáñese: no es…
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